PEOR QUE EN LA GUERRA
Por: Dr. Luis Octavio Cotero Bernal
Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.
Parece irreversible el despeñadero de este país ante el caos absoluto del estado de derecho que cualquier nación civilizada debería preocuparse por garantizar, respetar y defender, para hacer posible el sano crecimiento y desarrollo de la sociedad en todos los términos.
Para el gobierno federal es letra muerta lo que establece la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos, en cuanto a la estructura de la división de poderes se refiere, en lo que aquí interesa y, que a la letra dice: “…que este se integra por tres poderes que son el Ejecutivo, Legislativo y el Judicial…”; sin permitir invasión ni sumisión de uno a los otros u otro, ya que de lo contrario, implicaría una violación flagrante a ese código máximo nacional, que nació con los sentimientos de la nación, como así lo dejo asentado el siervo de la nación Don José María Morelos y Pavón, que de vivir en estos días, se volvería a morir de vergüenza y decepción, al percatarse de que las autoridades que tienen la responsabilidad de gobernar esta patria por la que ofrendo su vida una vez, pues desde entonces este prócer, con puño y letra, escribió y suscribió ese documento histórico que hoy por hoy, se ve desplazado por tipos que detentan el poder, porque el voto mayoritario del pueblo que confió en ellos y que desde el Ejecutivo, en una evidente traición a la patria, al faltar a su palabra, que ofreció un primero de diciembre de dos mil dieciocho, donde en un acto solemne, ofreció cumplir y hacer cumplir, tanto el código nacional, como las leyes emanadas de este, ya que no respeta la división de poderes, ya que unos cobardes así se lo permiten y que con un cinismo desbordado le toleran y le aplauden esos actos detractores, pues tanto el Congreso de la Unión, como el Poder Judicial de la Federación, en lo general, aunque en lo particular, el Tribunal Federal Electoral, defiende su función a pesar de que el Legislativo lo lleve al fracaso por el capricho del Ejecutivo, lo que no sucede en Ucrania, que con el más sentido amor a su patria, el gobierno y la sociedad están sufriendo de pie y enfrentando los embates de un invasor que la historia juzgara y reconocerá el sacrificio de los caídos en la defensa de su patria.
Y nuestra patria chica, el estado de Jalisco, no vive otra cosa, donde el crimen, la impunidad, la anarquía, la superioridad y gobernanza de la delincuencia organizada, que ha rebasado por mucho a las autoridades, haciendo alarde de la arbitrariedad de que goza, ya que la misma autoridad, ha sido sometida en todos sus términos a capricho y potestad que ejercen en el país como en el estado los distintos grupos que se han aglutinado hasta llevarnos a tener que soportar los crímenes más crueles, las desapariciones de hombres y mujeres de todas las edades, el daño patrimonial sistemático y la imposición de cuotas a títulos de impuestos, para el desarrollo de cualquier actividad productiva, pero no tan solo, no son estos grupos los que nos laceran, sino además las autoridades legalmente constituidas, pues el Ejecutivo no atiende esta problemática tan dolorosa y sangrienta donde el Legislativo, igualmente que el Federal, ve y calla y se ajusta a los caprichos del Ejecutivo, a grado tal de someter al poder Judicial y desde luego, todo al margen de la ley, designando Magistrados y Consejeros sin sujetarse a la legislación aplicable, todo lo cual nos tiene postrados ante una guerra sin cuartel, sin fin y alejados de toda expectativa de restablecimiento del orden legal que será el único que nos saque adelante y que las nuevas generaciones puedan crecer y sacar adelante esta patria que los cincuenteros, como en otra ocasión en este espacio ya lo comenté, era otra cosa, pues vivíamos en paz, con oportunidades, con aire y agua limpia, con autoridades mucho menos deshonestas, respetuosas y respetables, que hoy solamente medran con el erario público, nos han llevado y proyectan a un destino nada promisorio y al parecer sin remedio, pero es imposible claudicar ante esta realidad, los viejos y menos viejos y sobre todo los conocedores de la ley, tenemos el deber moral, social y profesional de ofrendar hasta la vida por restablecer el país y el estado, que un día nosotros recibimos.
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