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POLVO, SUDOR Y GOLES

Leer a Jorge Fábregas es garantía de calidad. En cualesquiera de sus páginas campea el conocimiento escritural, los temas bien desarrollados y las historias pensadas a profundidad. Polvo, sudor y goles no es la excepción, se trata de una novela cuyo espacio narrativo es Guadalajara, en concreto la Unidad Deportiva López Mateos, ubicada en la avenida Colón y la Calzada Lázaro Cárdenas, lugar donde se entrecruzan media docena de historias alrededor del fútbol llanero, pasión unida a una serie de expectativas que llevan al lector a seguir con interés acendrado las acciones de los personajes.

POLVO, SUDOR Y GOLESLa oncena de futbolistas llenan las páginas para realizar sus mejores jugadas en el campo, ante la mirada expectante de quien recorre las páginas, atento a los movimientos del balón, el área de meta, las decisiones del árbitro, las conductas antideportivas y toda actividad frente a la red, pero, sobre todo, en seguimiento del goleador estrella, Luis Arroyo, figura central de la novela, cuyas acciones mueven de igual manera a su patrocinador y a los hinchas seguidores a pie juntillas de sus patadas decisivas. Luis, joven de 25 años, se encuentra en el momento crucial de su vida, en el límite justo para despegar o despeñarse.

Como hombre de teatro, el autor de Polvo, sudor y goles monta una serie de cuadros narrativos, colocando personajes diversos ante la vista del lector/espectador de su novela, están el dueño del equipo llanero y su cónyuge, el entrenador, el contador de la empresa alentadora del equipo de obreros, el jefe de personal, un aspirante a escritor y una jovencita cuyo rol será convertirse en el centro de un ring amoroso, en el cual tres hombres desearán su cercanía corporal, situación aprovechada por ella para sus propios fines económicos haciendo gala de una coqueta astucia.

La trama de la novela permite los atisbos a los pensamientos del dueño del equipo, un fanático del Club Guadalajara dispuesto a todo tipo de apoyo para el rebaño sagrado, aún a costa de su felicidad familiar. La relación conyugal decrece y se hace notoria cuando la esposa, a quien también se nos permite observar en sus conversaciones más íntimas cuestiona si su matrimonio es lo deseable, con el futbol como baluarte central del hogar como falso cimiento y en desventaja de tiempos. En el desarrollo de la novela hay muchas historias paralelas, entrelazadas con naturalidad en singulares apartados.

El personaje que se lleva las palmas es el de Francisco de Mérida, cuya sola presencia causa hilaridad, por la inocencia de sus argumentaciones en torno a sus aspiraciones de ser un gran escritor. El humor se instala a sus anchas cada vez que Francisco externa sus sueños y sus alcances imaginarios en el futuro. Entre los recursos literarios aparecen, a modo de collage, textos de la pluma de Francisco de Mérida, tan divertidos y castos como su propia integridad sexual.

Una novela bien escrita, humorística, original y altamente recomendable.

(Silvia Quezada)

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