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PUNTO CIEGO

«Porras, Constancio, (2014). Punto ciego. Secretaría de Cultura Jalisco»

Punto ciego es una novela policiaca cuyo espacio narrativo es Guadalajara. Narra las peripecias de Teo, ladrón venido a menos cuyo móvil es reivindicarse luego de haber salido de prisión. Durante toda la trama, el personaje central planea con meticulosidad su último hurto, todos los detalles son repasados una y otra vez: no puede fallar, porque de esa diligencia dependerá su futuro como hombre regenerado y pacífico.

El antagonista, un asesino a sueldo, llega a Guadalajara encargado de una misión secreta. Para desviar las probables pesquisas de la policía ejecuta ancianos indigentes; muy pronto, la vida delincuencial enfrenta a los dos personajes, los inmiscuye en relaciones peligrosamente cercanas. En esos ires y venires, Guadalajara muestra sus cantinas, sus centros de vicio, los puentes no peatonales de su modernidad no planeada.

PUNTO CIEGOLos nombres de los espacios para el esparcimiento y el sexo como mercancía aparecen nombrados o con el disfraz de palabras cercanas, de tal manera que son identificables por su geografía o su numen, pero, sobre todo, por los ambientes descritos. La zona del Parque Morelos, San Juan Dios, los alrededores de algunas zonas cercanas a las vías ferroviarias son localizadas con facilidad por el imaginario lector.

Las novelas policiacas enfrentan siempre dos bandos. Es común identificarse con uno de ellos, no tanto por las acciones realizadas, sino por las pulsiones expresadas por los personajes al actuar de tal o cual manera. En Punto ciego los dos bandos son criminales, uno está asociado con grupo de ladrones, el otro actúa unido a una organización que no deja de ser menos corrupta.

El móvil de la visita a Guadalajara del capitalino mata-indigentes se devela casi al final de la historia, cuando la suerte del asesino no importa demasiado, porque el lector ha simpatizado ya con el ladrón, hombre gentil a pesar de sus fallos, amante de la naturaleza y los canarios, a quienes resguarda y procura por sus trinos. Las escenas finales de la novela obedecen a una sincronía perfecta, la cual acota, une los hilos narrativos, sin dejar cabos sueltos.

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