OPINIÓN

EDUCAR A LOS FORMADORES

EDUCAR A LOS FORMADORESPor: Miguel Bazdresch Parada*

Durante estas semanas recientes se han publicado variados y numerosos discursos analíticos y ensayísticos sobre el tema de los libros de texto gratuito y aspectos anexos a ese asunto. Es probable penar cómo la cantidad dificulta la calidad. Muchas quejas, admoniciones, deslindes y hasta apuestas. Esta variedad dificulta una conversación serena mediante la cual se pueda siquiera plantear cuál es el problema central del asunto. Lo encendido de los discursos dificulta reconocer argumentos y fundamentos, y por tanto, conocer los términos del diferendo y entre quienes.

De pronto la disputa parce un árbol, añoso si alguno, del cual se cuelgan, en distintas ramas por supuesto, las diferentes posturas, lo cual hace difícil siquiera entender todo lo colgado en esa multitud de ramas y reconocer quién está ahí y con cuál propósito… de pronto podría suceder, cosa aún pendiente, caer en la cuenta que se está colgado de una rama, tan frondosa que da la impresión de ser el árbol todo y no una sencilla y quizá decrépita rama del añoso árbol.

EDUCAR A LOS FORMADORESAsí, la reforma titulada “Nueva Escuela Mexicana” se llena de diversas lecturas y asignaciones sea para calificarla o descalificarla. La vista, revista y escucha de todos los discursos sean de los subidos al árbol o algunos aun alejados del mismo se vuelve un galimatías dónde pocos entienden qué pasa, otros, pase lo que pase lo adosan a lo que ya pensaban de la educación oficial, y unos más, los menos, tratan de analizar hoja por hoja, rama por rama, la propuesta gubernamental y, desde luego, tropiezan con textos numerosos, y también con muchos dichos. Por tanto, tropiezan con la necesidad de darle mucho tiempo a comprender lo escrito y lo que se dice de esos escritos.

Desde la metáfora del árbol, lo lógico es solicitar a todos los colgados de alguna o algunas ramas, que se bajen al piso, se reconozcan entre sí, se afirmen en el objetivo primordial de construir, así tome varios años, una propuesta educativa acorde con las demandas y necesidades de las personas, de los estudiantes, de las comunidades y de los formadores. Todo lo cual, visto desde ese nuevo proyecto de país, al cual todos queremos llegar, aun por caminos diversos. Debajo del árbol, sin la visión de que mi rama es el todo, podrán entenderse las diversas miradas, propuestas y desafíos. No para hacerlos uno, sino para comprender lo valioso de que existan los actores diversos aplicando sus ideas y propuestas para enriquecer el pensamiento y la comprensión conjunta. Esa que hace país, que hace vida y permite vivir.

EDUCAR A LOS FORMADORESHasta este momento y desde la pequeña ventana desde la cual puedo observar este árbol sacudido por la discusión y a veces por la intolerancia, me atrevo a compartir tres aseveraciones parciales y preliminares sobre este momento que vive el mundo educativo mexicano y desde luego el país en su conjunto. El maestro, el formador, está comprometido en dejar de ser un ejecutor de planes, programas y maneras, para ser un creador, diseñador y buscador de qué, cómo y cuándo suscitar el aprendizaje.

Las autoridades han de promover la autonomía real de escuela y formar al personal para trabajar desde esa autonomía. La sociedad y las comunidades han de evitar las propuestas ideológicas acostumbradas y sumarse a conocer y colaborar con un formador creador es capaz de entusiasmar a los estudiantes puede ayudar a crecer juntos y en armonía. Espero bajarme del árbol y esperar a los colegas cuando decidan y acepten lo inútil de estar solos.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]

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