En el tejido colorido de las tradiciones mexicanas, la rosca de reyes emerge como una joya cultural y gastronómica que encierra una tradición única.
En el corazón de esta deliciosa obra yace un elemento central que aguarda su momento de revelación: el niño Jesús.
Desde la perspectiva sociológica, la introducción del niño en la rosca se convierte en un símbolo poderoso que trasciende lo meramente gastronómico.
Este ícono, cuidadosamente escondido entre las capas de masa, lleva consigo una carga cultural significativa que se desentraña en el momento de su descubrimiento.
El ritual de compartir la rosca simboliza la llegada de los Reyes Magos al pesebre, también refleja la importancia de la unidad y la comunión en la sociedad mexicana.