OPINIÓN

EL TIEMPO

EL TIEMPOPor: Jorge Valencia*

El tiempo, rey de los engaños.
Los Paralamas

Los que tienen más recursos utilizan estrategias invasivas para disimular el tiempo sobre sus cuerpos. Las cirugías plásticas alisan la piel de sus caras. Los injertos les devuelven cabelleras hirsutas, pompas de payasito de crucero y dentaduras excesivas bajo sonrisas fingidas.
La vanidad es enemiga del tiempo. Los mayores se niegan a demostrar su complexión memoriosa. La época les ofrece ropas que disimulan la gravedad y costumbres que engañan, pero no desandan los años cumplidos. La mirada revela con puntualidad los amaneceres presenciados, los eclipses, el cansancio de lo tanto visto. A pesar de los lentes intraoculares y las pestañas postizas.
La juventud se prestigia hasta la insolencia bajo hábitos sociales que tienden al ridículo. La música y el cine prefieren asuntos que perpetúan la adolescencia. Las modas prometen abuelas ágiles enfundadas en “leggings” despostillados sobre piernas indefinidas.
El tiempo transita sobre relojes confundidos. Los 60 son los nuevos 40. Existen afeites y maquillajes de mármol. fantasmaLos jubilados salen a la calle con pasaportes renovados y clonazepán. Su autoestima está anestesiada y feliz.
Vivimos más; no siempre mejor. Nos preocupamos por especies en extinción y guerras al otro lado del mundo que los aparadores de los centros comerciales distorsionan y La Mañanera mitiga con el argumento de sus “otros datos”.
El ordinal de la tercera edad prioriza la artritis y las várices (carreteras de malas costumbres sobre piernas transitadas). El tiempo avanza sin pausa ni compasión inútil. Las escaleras obligan de pronto los barandales; los zapatos, plantillas dobles. Las manos demuestran venas que platican azul y las bocas, comisuras pronunciadas sin hablar. Un día amanecemos más viejos y menos angustiados por la capa de ozono. Señal de que las cosas nos ocurren hacia adentro.
EL TIEMPOLos segundos se vuelven más veloces y los días se nos olvidan. Ayer ocurrió hace dos años. Teníamos más pelo en la mañana y menos sueño.
Nos convertimos de pronto en los mayores de la familia. Los que deciden la casa para navidad y el sabor del pastel en los cumpleaños. Los más pequeños se parecen a nosotros y nosotros, a nuestros abuelos. Entonces es hora de dormir temprano y ver más tele. Y conmovernos hasta las lágrimas por lo que les pasa a los otros. Esa edad nos llega por fin, con los tenis Nike puestos y unos lentes Ray Ban.

*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]

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