Es la indigencia, un grupo incrustado en la sociedad moderna y cada vez más recurrente en las ciudades más pobladas; la conforman niños, adultos, hombres y mujeres, migrantes (nacionales y extranjeros), fuertes y débiles, sanos y enfermos, amarillos, cobrizos; todos etiquetados en un solo concepto que los reprime, relega y discrimina, en torno a una sociedad hipócrita.
Una sociedad ignorante de las circunstancias que llevaron a esas personas a vivir una adversidad dentro de esa sociedad; son juzgados y hasta satanizados por la apariencia, por su pobreza, por su condición, y en el mejor de los casos, deambulan discretamente, casi imperceptibles entre miles de personas que transitan bajo el bullicio cotidiano.
Remontémonos a la historia, desde sus orígenes hacía el año 539 A.C en lo que fue Mesopotamia, existió el primer testimonio que contemplaba reglas y convenios de la convivencia entre los habitantes de esa región, conocido como el “Cilindro de Ciro” y del cual se dice que aportó siglos más tarde, elementos que inspiraron a pensadores a conceptualizar lo que en pleno siglo XXI se denominan Derechos Humanos.
Antes de nuestra era, sin los adelantos tecnológicos modernos, sin tanta preparación ni postgrados o nombrajos académicos, existieron seres humanos visionarios, humanistas, sensibles y adelantados a su época, desde donde se desprendieron elementos básicos que muchos siglos más tarde, fueron englobados en las garantías individuales y después nombrados Derechos Humanos.
Esta es la voz de algunas personas, seres de carne y hueso, invisibles para muchos, intolerables para otros, insignificantes para otros; seres humanos, como usted, con sus propias historias, vivencias y aventuras.
Decía Max Ehrmann, escritor, filósofo y abogado norteamericano de origen alemán, en su poema “Desiderata”, “Camina plácido entre el ruido y la prisa, y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio. En cuanto sea posible y sin rendirte, mantén buenas relaciones con todas las personas. Enuncia tu verdad de una manera serena y clara, y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia”.
Ella es Nayeli, es una mujer que una mañana en el jardín de San José, delgada, demacrada, de apariencia agotada; llevaba una bolsa y lucía sucia, cansada, con una actitud diferente a la de otras personas.
-Disculpe, dijo; sabe usted de casualidad –refiriéndose a un ciudadano- ¿a qué hora abren esa capilla? Y señaló hacia la iglesia ubicada en el lado oriente al jardín Reforma.
La respuesta que dio el hombre fue la siguiente, “en ocasiones que he pasado muy temprano, me ha tocado verlo abierto, es un templo protestante no católico”.
Ella exclamó, ¡si¡, quiero conocer personas de las que acuden allí, saber si realmente son buenas personas y me pueden ayudar.
El hombre de inmediato sacó de su bolsa una moneda y quiso dársela a la mujer, “si de algo le sirve, tómela” expresó… la mujer respondió, gracias, pero no es esa ayuda la que necesito y comenzó a platicarle su historia.
“-Tengo 38 años de edad, aunque parezco de 60, vine a Guadalajara a buscar trabajo, soy de un pueblito cercano, se llama Tequila, ¿usted conoce? –“
Ella, continuó compartiendo su relato, confiadamente como si se lo contara a un amigo; de repente sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, mientras externaba que llevaba días, durmiendo en donde podía, haciendo diferentes trabajos para mantenerse, ya que su objetivo era el de regresar a su pueblo y recuperar a sus hijos, los cuales, habían quedado con su madre.
La mujer expresaba arrepentimiento en sus palabras, reconocía haber cometido muchos errores, a ello atribuía la forma en que su mamá se adjudicaba la tutela de los nietos, a quienes se llevó retirándolos de su lado, cuando intentó vivir en pareja con una persona que no era el padre biológico de sus hijos.
“Me enamoré de una persona y creí que me iba a responder, yo había dejado al padre de mis hijos, porque era violento y me golpeaba y los golpeaba a ellos también; no le agradaba nada, si me arreglaba para él, decía que andaba buscando hombres y se enojaba, me celaba con todo mundo, mucho tiempo le aguanté, pero hubo un límite y conocí a una persona que me dio un trato diferente, me enamoré”, confesó Nayeli.
Agregó, “Voy a recuperar a mis hijos, no me voy a dar por vencida, sé trabajar, no le tengo miedo al trabajo, he estado lavando platos en una fondita; llegué el otro día a un restaurant y la patrona me dejó dormir allí mismo, porque no tengo donde quedarme, a cambio de ese apoyo, limpié, barrí, fregué; desafortunadamente perdí papeles y tengo que volverlos a sacar, eso es lo que me tiene así, frenada, pero no estoy vencida”.
De repente, Nayeli tomó su bolsa, en la que llevaba un cambio de ropa, unas chanclas y cosas personales, al retirarse volvió a preguntar a otra persona, ¿sabe usted en que parte del centro hay otra iglesia como esa? señalando al oriente del jardín y se retiró.
A nivel estatal, el Instituto de Información Estadística y Geografía del Estado (IIEG) señaló que entre 2020 y 2022 en Jalisco se redujo la cantidad de personas en situación de pobreza en la entidad, que pasó de 2 millones 633 mil 427 a 1 millón 856 mil 344.
Con base en el número de personas identificadas como en situación de marginación, el IIEG estima que para 2022 dos de cada diez jaliscienses eran pobres.
Pese a que se considera que la pobreza disminuyó, en esos años también hubo un aumento en el porcentaje de carencia por acceso a los servicios de salud y de rezago educativo.
Un personaje icónico de la Guadalajara actual, moderna y señorial, es el “Cantinflas” así le dicen, nadie sabe su nombre real, poco habla y casi no interactúa con las personas, desde hace más de 30 años apareció por las calles del centro, siempre solo; una cachucha maltrecha y sudada es la que le cubre su cabeza de las inclemencias del medio ambiente, un pañuelo en el cuello y en el cinturón del pantalón, entrelazados, lleva pedazos de rafia, lazos, cintas y trozos de hilaza, con la que va atando los montones de cartón que va juntando de las tiendas.
“Cantinflas” es un recolector de papel y cartón, diariamente se dedica a esta actividad, carente de la movilidad de su mano derecha, la cual, un día simplemente “dejó de obedecer” respondió a la pregunta que alguna vez, alguien le hizo ¿qué le pasó a tu mano?
Duerme en la calle, vive en la calle, no se le conoce familia, ni su origen; siempre está hablando en voz bajita, y hasta parece que tiene una conversación con su yo interno, un hombre de baja estatura, muy trabajador, pacífico, le acompaña casi siempre una botella de refresco en la bolsa trasera del pantalón.
En su Guadalajara de cartón, a “Cantinflas” nada parece ser relevante para él, ni el tiempo, la gente o lo que suceda a su alrededor, nada parece relevante para él.
Tras la pandemia por el Covid-19, se triplicó la cantidad de indigentes en la Zona Metropolitana de Guadalajara, entrevistado por un medio radiofónico, el entonces presidente municipal de Guadalajara, Pablo Lemus Navarro, informó que se hizo un estudio donde se detectó que había tres mil 600 personas en condición de calle, contra mil 200 documentadas en 2019.
Alguna vez nos hemos preguntado ¿cómo ven ellos la vida?, ¿Es decisión propia estar en la calle? ¿A qué se enfrentan?
Para la diputada local Hortensia María Luisa Noroña Quezada, presidenta de la Comisión legislativa de Derechos Humanos y Pueblos Originarios en el Congreso de Jalisco, se trata de un fenómeno que se ha potencializado, y donde las autoridades se han visto rebasadas, así lo explica:
“Efectivamente, hemos visto que, las personas en situación de calle presentes en el primer cuadro de la ciudad, ha ido en aumento, hay quienes se lo atribuyen a que Guadalajara ha quedado como paso de emigrantes, sin embargo no ha habido una respuesta institucional; existen algunos albergues como sabemos, por ejemplo el de Palmas, administrado por el DIF Guadalajara, pero al final no sabemos cuál es realmente la problemática y el por qué estas personas se encuentran en esas condiciones, No acuden.
Estamos a escasos meses de que inicie el tiempo de fríos y algo tenemos que hacer, porque están en riesgo de su vida, su salud y de su integridad. Ya pasaron el temporal de lluvias que no fue agradable ni fácil aquí en la ciudad, e invitaría a las autoridades municipales a que hicieran un plan integral en donde diéramos opciones a las personas en situación de calle, de salir de esa condición.
Indiscutiblemente como sociedad, algo tuvimos de hacer para que estas personas llegaran a una situación de calle, tenemos que buscar muchas alternativas para que ellos decidan salir y tengan las redes necesarias para poder hacerlo”, argumentó.
El caso de Don “Gervasio”, como muchos otros, resulta casi de película; él se encontraba acostado en una banca del jardín botánico, frente al Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde”, el civil Viejo, como es conocido; el hombre de edad avanzada, lleno de cicatrices, casi ciego y enfermo, platicaba que en su juventud se dio a la aventura y se fue al norte, buscando ganar dólares, “mire joven, cómo es la vida, ahora estoy aquí a mis 86 años, viejo, enfermo, casi no veo; yo tuve mi familia, esposa, hijos, pero cuando uno está joven no piensa que la vida se va de volada, y los errores se pagan y muy caro”.
Lleno de nostalgia confesó que dejó a su familia en un rancho del sur de Jalisco cerca del volcán, a los 18 años formó su familia y cuando cumplió 20, a él y a otros jóvenes, se los llevaron como jornaleros a la pizca en Estados Unidos, “me dolió dejar a mi mujer y dos hijos chiquitos, pero el hambre es canija y más el que se la aguanta, me la jugué y así, un día, estaba en California, trabajé en la naranja, la uva, el jitomate, en lo que nos ponían; al principio casi todo lo que ganaba lo mandaba para acá, luego cambió algo, fueron pasando los años, y los compañeros ya no eran los mismos, después los patrones tampoco.
Lejos y solo, sin malicia ni forma de regresarse pa acá, se queda uno sin manera de elegir, sin esperanzas; sufrí un accidente cuando nos llevaban a la jornada, de eso me enteré cuando desperté en un hospital, después de varias semanas, según me dijeron, estaba conectado a aparatos, quebrado y con heridas por todos lados, no me acuerdo de que año era ni cuánto tiempo estuve encamado, solamente recuerdo que iban de parte del patrón a ayudarme con algunos dólares y a preguntar cómo me encontraba.
Después, ya un poco más recuperado me dijeron que ya no podía trabajar con ellos, porque les decía que en mi cabeza y otras partes del cuerpo había dolores fuertes, me mareaba y a veces hasta me caía. Ya no quedé bien después de ese accidente.
Perdí contacto con mi mujer, con mi familia. Era 1986 cuando regresé a México, pero no a Guadalajara, aquí llegué en el 2003, caminé uuuuuh, lo que no tiene idea, conocí muchos lugares del país y gente, pero cuando ya no se tienen 20 años, ni dólares en la bolsa, tampoco la salud, se sufre feo”.
El anciano hablaba y hablaba, aseguraba que nunca más supo ni de su mujer ni de sus hijos, ya no volvió a su tierra ni supo que fue de sus padres, cayó en la vagancia total, conoció a otro tipo de personas e incluso, cayó a la cárcel por robo y drogas.
A decir del jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde, David Leal Mora, los casos de abandono de personas mayores son en gran medida, resultado de una falla gubernamental, ya que no existen espacios asistenciales para su atención en el sector público.
“Eso es algo que todavía las instituciones necesitan trabajar, está completamente olvidado, por eso vemos también muchos ancianos indigentes, otro problema que tenemos y algo que siempre he venido repitiendo desde hace 20 años es la necesidad de estancias de cuidados prolongados o de convalecencia”, lamentó.
Los análisis del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y de la Universidad de Guadalajara coinciden en que las colonias Lomas del Paraíso III y El Bethel, de Guadalajara, son las que mayor pobreza padecen, esta última es un asentamiento irregular carente de varios servicios, incluido la pavimentación.
Esto se debe a que se encuentra en una loma de difícil acceso, según el Mapa de Pobreza Urbana en la Zona de Metropolitana de Guadalajara, elaborado por los académicos Amparo del Carmen Vanegas Herrera y Porfirio Castañeda Huizar de la Universidad de Guadalajara.
La doctora Carmen Vanegas Herrera, del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara, identifica otras colonias pobres en Guadalajara.
De acuerdo con la zona en que se ubican, son: El Jagüey, Rancho Nuevo, Balcones de Huentitán, Lomas del Paraíso I y II, San José Río Verde, Jardines de la Barranca, La Campesina, Los Arrayanes y El Laurel.
Mientras que el Coneval identifica las colonias Tetlán, Lagos de Oriente, San Joaquín, El Bethel y Lomas del Paraíso III, (según información recopilada por El Diario NTR).
De acuerdo con el medio citado, en Guadalajara hay 479 mil 461 personas con un grado de pobreza de 0 a 18%, 582 mil 186 personas con un grado de pobreza de 18 a 34%, 377 mil 34 personas con un grado de pobreza de 34 a 50% y 23 mil 866 persona con un grado de pobreza de 50 a 70 por ciento hasta 2019.
No se trata del municipio más pobre de Jalisco. En cambio, los ayuntamientos más marginados son Mezquitic, Atemajac de Brizuela, Chiquilistlán, Chimaltitán, Hostotipaquillo, Mexticacán, Cuautitlán de García Barragán, Santa María del Oro, Quitupan y Bolaños, acorde con datos de Santiago Ruiz Bastida, director de Información Estadística, Demográfica y Social del Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEG).
Se trata de zonas rurales que dependen en gran parte de las remesas enviadas desde el país vecino, Estados Unidos.
Después de 60 años de funcionar como el área que atendía a las personas en condiciones vulnerables dentro de la sociedad, el Instituto Jalisciense de Asistencia Social (IJAS), fue desaparecido y con él desaparecieron también, salas de velación, albergues para personas en situación de calle, entre otras bondades, cubiertas con los impuestos del pueblo.
Surgió la Secretaría del Sistema de Asistencia Social (SSAS), más enfocada al manejo empresarial, un modelo aplicado por el gobierno de Enrique Alfaro Ramírez, desde que gobernó Guadalajara en donde el DIF municipal fue transformado bajo este concepto, “que lo utilice quien pague por los servicios”.
“El Joven estudioso” es un caso muy singular, se le puede encontrar siempre con periódicos, revistas o libros bajo el brazo; aunque tiene cierto comportamiento errático, está bien informado, incluso opina acerca de cuestiones políticas, económicas y hasta deportivas.
Ubica personajes públicos, tiene referencias de sus aciertos y errores; acude a lugares en donde puede pernoctar, albergues, pero también acude a ciertos eventos públicos; de baja estatura, pelo muy corto entre cano, tez morena, con una edad entre los 50 y 60 años, siempre tiene una sonrisa de amabilidad para quien le pregunta algo, y siempre tiene una respuesta.
El mote con que lo conocen se debe a esos hábitos recurrentes a la lectura y sus comentarios tan peculiares, más aún cuando estando en condición de calle, su filosofía ha quedado manifiesta en estas palabras, “Mis mejores amigos han sido, un libro y una moneda”.
Durante la administración de Pablo Lemus en Guadalajara, (como presidente municipal), aseguran que se han atendido y apoyado a 332 personas indigentes, en situación de calle o de paso, pero se estima que en el centro tapatío hay más de 800 personas en estas condiciones.
“Llevamos atendidas hasta este momento a 332 personas en situación de calle, con el operativo que se dirigido principalmente al Centro Histórico de Guadalajara, la mayor parte de ellas se han establecido en refugios temporales y albergues, son alrededor de mil 600 servicios brindados a estas personas en situación de calle, lo hemos hecho siempre basados en el respeto a los derechos humanos”, indicó. (nota: Periódico El Occidental).
Aunque son personas sumidas en un mundo de carencias, las autoridades han actuado de manera indolente, utilizando tácticas para eliminar su presencia del Centro Histórico tapatío, que representa para las autoridades un atractivo turístico; razias orquestadas u operativos raciales, limpieza de portales con chorros de agua fría aplicados por la madrugada, para que cuando amanezca, la otra cara, la que se le da al turismo, sea la que prevalezca, en tanto, cientos y cientos de seres permanecen borrados por una cruda realidad, son invisibles pero perceptibles.
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