TURISMO

GUADALAJARA, YA NO HUELES A TIERRA MOJADA

GUADALAJARA, YA NO HUELES A TIERRA MOJADARecordando la letra de la canción icónica y representativa, compuesta por el pintor musical de México, el tapatío Pepe Guízar, en donde hacía alusión a una de las principales características de esta ciudad, cuando las personas “asentaban” el polvo, regando con agua los alrededores de sus casas; o cuando el temporal de lluvias se hacía presente con abundantes precipitaciones y los jardines, camellones, parques y los terrenos baldíos, se anegaban, filtrando el líquido hacia los mantos freáticos del subsuelo.

Aquel olor característico, acompañado de la sensación de frescura, la vegetación existente, rosales, tabachines, primaveras, jacarandas, entre muchas otras endémicas; llenaban a los tapatíos de fragancias y perfumes que, con la modernidad, simplemente han quedado como una referencia en la mente de aquellos que todavía lo añoran.

El centro histórico tapatío, totalmente transformado en una especie de “distribuidor turístico”, maquillado para ocultar la realidad que priva entre la sociedad, tratando de convencer a los visitantes de que aun ahora, en pleno siglo XXI, la imagen de la “Perla de Occidente” existe.

calle
El olor en esta esquina puede usted imaginarlo, ya que por las noches es utilizado por las personas en situación de calle, como baños públicos, aunque los dependientes laven por las mañanas antes de abrir sus establecimientos, es perceptible.

GUADALAJARA, YA NO HUELES A TIERRA MOJADALetreritos de “Guadalajara, Guadalajara” en los puntos referenciales, colocados intencionalmente para que los visitantes se tomen la foto, y se lleven el mejor de los recuerdos, al menos en sus cámaras o dispositivos electrónicos, al igual que la historia distorsionada que los encargados de los recorridos turísticos, como los calandrieros y las diversas compañías asentadas en el corazón de la capital de Jalisco, como el Turitour (camión doble piso), la unidad disfrazada de botella, o de tranvía, de guitarrón, entre otras, se adueñan de las céntricas calles, principalmente los sábados y domingos en donde prolifera la “cándida” clientela turística, deseosa de disfrutar lo que ofrece este magnífico destino turístico, Guadalajara.

A escasos pasos de donde convergen miles de turistas todos los días, la realidad ofrece a los sentidos un espectáculo no muy agradable; la esquina de la calle Independencia a su cruce con la calle Liceo, en donde el portal (de día) sirve a los transeúntes como un pasillo cubierto que da sombra y protege de la lluvia o el sol, mismo que por la noche se asemeja con un campamento comunitario en donde muchas personas en situación de calle e indigencia, lo utilizan para pernoctar y los jardines, banquetas y cualquier espacio para desahogar sus necesidades fisiológicas.

GUADALAJARA, YA NO HUELES A TIERRA MOJADAPero también existen otros sitios en donde los olores se funden con el paisaje urbano tapatío, las áreas ocupadas por los calandrieros, cuyas bestias, también requieren defecar y orinar, haciéndolo mientras recorren las calles, paseando a los turistas y cuando se encuentran descansando en sus sitios, ubicados por la Avenida Hidalgo (en la Merced y en la plaza de la Liberación).

Para muchos de los visitantes, la combinación de olores que son perceptibles en el centro de Guadalajara, da como resultado, un ejercicio mental digno de cualquier equipo cromatográfico de gases.

Y se preguntan ¿a qué huele?, no falta alguien que responda, “así huelen las donitas de los portales”, pero entre los humores de las personas, la contaminación provocada por la combustión de los vehículos, la urea y las excretas de animales y las inmundicias de las personas en situación de calle, las aguas negras y gases que escapan de algunas alcantarillas céntricas, conforman un coctel de “fragancias” poco agradables, pero igualmente inolvidables para quienes vivieron esta experiencia en Guadalajara, que alguna vez olió a rosas y tierra mojada, pero hoy, huele simplemente a majada.

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