CULTURA

LA LEYENDA DEL EDIFICIO ARRONIZ

LA LEYENDA DEL EDIFICIO ARRONIZЛитэратура #31

Por: Carlos Martínez Valadez

Siguiendo la disciplina divina de la adoctrinación por medio de la evangelización promovida por los reyes católicos en la encomienda a Cristóbal Colón con el descubrimiento de américa y por parte de Beltrán Nuño de Guzmán en 1538 nombrando a nuestra ciudad Guadalajara; la edificación de centros de culto, así como los seminarios y conventos fueron parte de la política religiosa a seguir una vez que la expansión de Guadalajara inició hacia el año 1600.

Entre las varias congregaciones de monjas existentes en nuestra ciudad, la Orden de las Agustinas Recoletas ubicadas inicialmente en el templo de Santa Mónica, recinto existente en la actualidad, situado en la esquina de Reforma y calle Santa Mónica, buscando un mayor dominio en su expansión conciliadora. Así, las autoridades eclesiásticas de la época –que regían a la sociedad- trazaron planos –vía ingenieros y arquitectos- de “posteriores inmuebles sagrados” bajo la firme creencia de que la cristiandad sería eterna.

santa monicaEn el Guadalajara del año de 1715, nuestra ciudad solo era un puñado de manzanas a los cuatro puntos cardinales en el que las casuchas, potreros y espacios abiertos contrastaban entre sí, pero cuya mancha social y urbana se asentaba como una comunidad con título y heráldica. En el costado poniente del predio donde se construiría el templo de Santa Mónica había un vasto espacio al aire libre en el cual se colocarían los cimientos para la construcción del seminario de la Orden de las Agustinas Recoletas entre 1719 y 1720.

En las noches sin luna la oscuridad era total y el silencio lastimaba los oídos. Cualquier manifestación meteorológica; los relámpagos a lo lejos, los vientos, tremores sísmicos, el aullido de la fauna… o los estertores de alguna ánima en pena eran fácilmente escuchados. Por ello, el miedo a lo conocido (posibles ataques de los indígenas o asalto de los malandros) y a lo desconocido (se ignoraba todo acerca de la naturaleza) eran la fuente de las oraciones cotidianas… pero que, aun así, las plegarias no evitaban el cauce normal de las cosas; peor si fueran de origen demoniaco… azuzado por la venganza.

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