NUEVAS CONDUCTAS, NUEVOS TIEMPOS, NUEVA LITERATURA

Por: Carlos Prospero/ TEN/ Cultura

Los tiempos han cambiado sin duda y usted ni en cuenta. Por ejemplo, y no sé en qué momento pasó exactamente, los hombres dejaron de ser proveedores y pasaron a ser sementales; las mujeres pasaron del matriarcado invisible al matriarcado directo.

Pasamos del robo a mano armada al secuestro de personas, o desapariciones forzadas; de la intimidad sexual a la frigidez expuesta, de la conducta anal a la oral, de la comida a la mamada.

También se modificó el régimen de compraventa, de la compra a plazos a la compra directa mediante las tarjetas de crédito, y con ello del dinero de papel al dinero de plástico, y un poco más adelante tendremos el dinero virtual, los bitcoins.

Las mujeres aman las virtudes y dejaron de amar a los hombres de carne y hueso; pero los hombres, atrasados en su desarrollo, se inclinan por el coge y corre en lugar de las relaciones formales permanentes.
Con esto le han dado a la institución eclesiástica un fuerte gancho al hígado y destacan su desconfianza a las instituciones laicas del Estado.

Los niños son educados en las guarderías en lugar de los abuelos y la educación se inclina por el aprendizaje acelerado que genera TDH al aprendizaje normal basado en el eslogan de que cada quien aprende a su ritmo.

También se ha dado preferencia a la enseñanza de las artes para someterla a una formalidad luterana.

La droga blanda sustituyó a la cerveza; la dura, al licor.

La inteligencia fue sustituida por la inteligencia emocional, y la hombría por la mandilonería.

Las niñas son vestidas igual que las prostitutas y toda la ropa femenina es repegada al cuerpo como una segunda piel.

Los jóvenes, hombres y mujeres, se tatúan como los presos y los miembros de las mafias.

Todo el lenguaje es vulgar, tanto en hombres como en mujeres de cualquier edad.

Todos estos cambios han modificado la visión del mundo de nuestra sociedad, de manera insensible, pero notoria, aunque todavía no les cae el veinte ni a los psicólogos, perdidos en el cultivo del narcisismo básico lacaniano, ni a los sociólogos, metidos en la meritocracia weberiana.

Y usted, creyendo que nada pasa, creyendo que el mundo sigue igual, no entendiendo por qué su mujer y sus hijos se comportan como lo hacen.

Usted es un extraño en este mundo en el que su «vieja» ya no es su vieja sino una guerrera empoderada en la lucha contra los machos, o sea, contra usted, y usted, ni en cuenta.

Y tan empoderada está que hasta le «cagan» el palo que no tiene, que se lo ha impuesto como prótesis, y que seguramente lo desenfundará cuando usted, borracho, quiera darle unos sopapos porque no quiere fornicar por el estado en el que usted se encuentra.

Y todos estos cambios no notables le afectan de manera sorpresiva y sorprendente, porque para usted son cosas inesperadas.

Así que lo echarán de su casa porque no es virtuoso, porque no ayuda a fregar la losa ni a cambiarle los pañales al crío.

¿Pero cómo afecta todo eso a la escritura poética?

Banalidad, decían. Vulgaridad, digo. No sólo en la expresión, también en la forma de ser del que escribe versos.

Creyéndose tocado por los dioses, si es de tendencia pseudo pagana, o por los ángeles, los arcángeles o la mismísima virgen María, si cristiana, el escribeversos pretende alejarse de ese mundo vacuo y busca expresarse de manera abstracta, y para lograrlo se aferra al lenguaje, al que le atribuye, como un buen fetichista, vida propia y lo considera como su patria.

El lenguaje, entonces, es causa, fundamento y fin de su escritura.

De esa manera, el que escribe versos se separa del mundo y crea una nueva capa social en la que solamente viven sus iguales, los que, como él, desprecian al mundo, pero del que no pueden distanciarse porque sus compradores son esos vulgares y estúpidos seres que se verán agraciados, aunque no agradecidos, cuando lean lo que ellos publican, esos pensasentimientos que solamente ellos pueden pensa-sentir por su condición de tocados por la inspiración mariana.

El lenguaje es el mundo mismo, según ellos. Sin él, el mundo no existiría y por él el mundo es lo que somos.
Consecuencia de esas conductas que todavía no se registran como parte del modo de ser del homo sapiens, los literatos buscan relucir aunque solo sea por su ropaje, por su apariencia por su deseo y por sus títulos y premios otorgados por el Gran Mecenas.

La literatura, pues, es forma, fonema o lexema, pero no contenidos, no pensamientos y menos aún argumentos propuestos de una manera sensible, sensitiva.

Las conductas sociales se han convertido en una forma de relación condicionada a los intereses personales de cada quien.

La sociedad se mantiene dividida en los gatos y pelagatos de las relaciones sociales meritocráticas que la burguesía impone con todo su descaro.