CITIZEN TIMEX
La novela detectivesca es un género narrativo que exige la resolución de un crimen. El lector transcurre por las páginas con un desasosiego constante que lo transforma en testigo de la ficción y en inteligencia inventiva de los hechos que se suceden. Si bien el suspenso mantiene el interés, este elemento es central de la novela negra, género que coloca a la víctima mortal como la víctima de la vida misma.
El detective en la novela suele ser un personaje logrado, con una filosofía personal que integra conocimiento del ser humano, sarcasmo, postura intelectiva. Así es Citizen Timex, el protagonista de la pieza narrativa de Héctor Viveros Reyes, un escritor jalisciense con gran poder en la pluma, quien nos mantiene atentos a los hechos de la novela del mismo nombre. El libro se lee rápido y convence, porque el personaje es redondo y la trama, seduce.
Esta noveleta es un juego en el cual quien imita se convierte en lo que imita, porque la fuerza de pretender es más grande que la condición de ser, según el protagonista. Una vez entrando en el juego propuesto, se puede ver este libro como un diario que pretende ser una novela, o viceversa. La ciudad de Guadalajara muestra la zona de Chapultepec, con sus jóvenes deambulando sin prisas, en un juego de diversión y esparcimiento. El lector recuerda cada esquina, el negocio del trasfondo, el cruce exacto.
La pieza aparenta ser un discurso inconexo de las obsesiones de un trabajador que quiere romper su rutina y convertirse en un detective de ficción; aparenta que los pocos recursos que todos tenemos, con un poco de imaginación y ninguna vergüenza, bastan para embarcarse en una investigación; pero lo que no aparenta, sino que denuncia, es que la justicia verdadera sí es material de ficción, y que debemos conformarnos con lo más cercano a ella que podamos conseguir, y, de ser posible, cobrando por ello.
Investigar de verdad en esta sociedad requiere no seguir lo que la prensa reporta, sino lo que los trabajadores de la prensa no reportan; de la misma forma, no es preguntarle a los trabajadores callejeros lo que saben, sino lo que simulan no saber, y no ofrecerles algo porque lo cuenten, sino por olvidar lo que han contado. Todo en este país paga impuestos, y el impuesto más caro de todos se pone a la discreción, y a la indiscreción.
Un encuentro fortuito, fugaz, con una mujer que quería y pretendía ser deseada e inolvidable, con un hombre que quería y pretendía ser el tipo duro que saliera de la pantalla… ¿Qué puede salir mal? Absolutamente todo. Citizen Timex se lee con tranquilo placer de corta duración, como si fuera una película moderna, cuya duración no excede de dos horas. La rapidez de los hechos satisface al lector exigente porque no tiene escenas de desperdicio, cada acción es necesaria para armar el rompecabezas de la novela.