CULTURA

LEYENDA DEL JABÓN

jaboneraЛитэратура    Сериал Легендас  -zona del parque alcalde-1935 – 1938

LEYENDA DEL JABÓNGuadalajara tenía sus límites hacia el norte a principios del siglo XX por lo que actualmente se conoce como las calles de Jesús García, Arista y Tenerías. Existían pendientes de tierra y piedras irregulares que trazaban una orografía de “barranquitas” que ocultaban variados secretos de cien años antes, durante los tiempos de la independencia hacia 1800.

En las décadas de los 20s y 30s existía en la zona, antes de construirse el parque Alcalde por las calles de Jesús García, Mariano Bárcenas y Santa Mónica un espejo y venero de agua a la que las mujeres de la época acudían a lavar ropa cotidianamente desde la mañana y hasta que se ocultaba el sol: la jacarandosa alegría aunado al chisme del día por parte de las femeninas acompañadas de sus infantes se daban cita en esta breve laguna que las cobijaba como si fuera parte de su entorno natural.

El terreno y la maleza irregular se prestaba para varias cosas: desde la práctica de algún amor secreto; como sucio y discreto sanitario, como lugar idóneo para ocultar tesoros (en su momento se encontraron varios talegos con monedas), como lugar de meditación y hasta como camposanto a fín de ocultar gente muerta.

En una ocasión Don Jacinto Quirino Santos en compañía de su esposa, pasaron casualmente por la zona atraídos por la algarabía tanto como el paisaje que a esa hora 5:00 de la tarde se dibujaba a los ojos de los sentidos. Plácidamente se sentaron sobre unas piedras perfectamente esféricas cuyo origen fue un misterio y que formaban parte de la fama que, de voz en voz, se sabía entre los paupérrimos vecinos.

LEYENDA DEL JABÓNDon Jacinto Quirino Santos era un hombre devoto y creyente, emprendedor, propietario de una huarachería ubicada en un humilde mercado, en el entonces lejano Atemajac del Valle. Observo taciturno como las mujeres, algunas con lodo, otras a golpes y otras a tallones le infringían limpieza a las atareadas y humildes prendas de vestir, al ritmo de la animada charla.

Emprendedor, observo una posible fuente de ingresos si lograba comerciar jabón en barra fabricado con sebo vacuno y sosa. Tenía la experiencia de elaborar jabón desde su adolescencia en que vivió en el rancho de sus abuelos y se aprovechaba la grasa de los animales. Manos a la obra, estableció un proletariado centro de venta en la que hoy es esquina de Jesús García y Santa Mónica. Así, al paso de dos años, la demanda de jabón de barra incremento tanto que a Don Jacinto, trabajo le costaba cubrir los pedidos individuales. ¿Cuál era la causa? La falta de materia prima para la elaboración de las barras jabonosas. Don Jacinto no fabricaba en el punto de venta. Las barras las traía en una destartalada carreta de mulas desde su factoría ubicada atrás de su taller de huaraches, a orillas del canal de Atemajac.

Al paso de los meses, Don Jacinto Quirino Santos introdujo un nuevo producto; una barra de jabón color carne, más espumoso más duradero y hasta aromático a flores. La clientela acogió con beneplácito el nuevo jabón cuyo precio era 2 centavos más que el promedio; para entonces busco permisos para iniciar la construcción de una factoría acorde a la demanda, pero…

LEYENDA DEL JABÓNEn conocido periódico local aparecía un día y al mes, otra vez, la noticia de la no muy preocupante desaparición de personas por la zona de Atemajac… La autoridad por entonces daba por sentado esa desaparición de estas personas como “ausencia voluntaria” de sus hogares. Tal noticia se consideraba aislada, una vez que durante la persecución religiosa en la década de 1920 por parte del entonces gobernador José Guadalupe Zuno la gente “desaparecía” porque se ocultaba en los túneles –hoy clausurados- y que habían sido horadados para ese y otros fines.

Para este periodo 1920 – 1930 la situación fue acallada por las autoridades y tal circunstancia habría quedado aislada si no fuera porque… misteriosamente empezó a desaparecer gente humilde, pero conocida en la zona de Mezquitán.

Era el amanecer de un día, de algún mes de 1937 cuando en el ambiente se aspiraban olores nauseabundos que surgían de la pequeña factoría que Don Jacinto Quirino acababa de construir sobre la calle Jesús García y Santa Mónica. Los habitantes en esa zona sumaron quejas, a lo que el ayuntamiento hizo oídos sordos, pues Don Jacinto Quirino Santos cubría con los emolumentos de ley y en los registros constaba la elaboración de jabón con sebo y sosa.

LEYENDA DEL JABÓNAl paso de los meses ambas situaciones se incrementaron: la desaparición de personas y los repulsivos olores… el negocio siguió prosperando y la gente “se acostumbró” a las madrugadas apestosas de la fábrica de jabón. Sin embargo, un mal día de finales de 1937 campesinos de la zona de la barranca de Huentitán encontraron un pestilente charco rojizo color muerte con partes y vísceras humanas. La autoridad ni tarda ni perezosa, tomó parte y empezó a investigar, las pesquisas siguieron río arriba sobre terrenos aún no urbanizados y buscaron la fuente de este drama. Pasaron los días y descubrieron un discreto túnel de 30 centímetros de diámetro cuya terminal llegaba a la zona de la Normal para de allí 250 metros más arriba se insertaba a la fábrica de jabón color carne de Don Jacinto Quirino Santos; cuyo abuelo había peleado durante la guerra de independencia en 1810 y que había sido asignado a sacrificar gente en el paredón norte del panteón de belén. Gente muerta que en parte fue esparcida por esa zona. “Un hábito” que heredó Don Jacinto Quirino Santos en alusión a sus creencias en los españoles que consideraba a la gente humilde, personas “inferiores” y cuya muerte era “para una buena causa”.

Don Jacinto Quirino Santos fue detenido y sentenciado, falleciendo en prisión. La fábrica fue vendida a terceros quienes edificaron en 1938 una gran industria jabonera en esa esquina de Jesús García y Santa Mónica, cuya pestilencia seguía inundando la zona hasta principios de los años 90s, en que se mudaron a la zona industrial. En la elaboración del jabón color carne, una vez detenido Don Jacinto Quirino se dejó –obvio- de usar sebo humano, para mezclar sebo vacuno.

jabonera1Cuenta la leyenda que, en esta fábrica abandonada, en la actualidad se escuchan gritos y estertores de la gente que murió para abastecer de grasa al jabón color carne y por cuyas ventas según se dice, Don Jacinto enterró varios talegos con monedas en las barranquitas de la zona del parque Alcalde, con la intención de construir un altar a la virgen del agua en agradecimiento por las ganancias obtenidas.

Se dice también que, un halo de luz fantasmal se observa en ocasiones en el interior del edificio abandonado, a la par de un tufo pestilente en la madrugada de algún día de nuestros días.

Autor: Carlos Martínez Valadez _ Enero de 2023. Copyright 2023 Prohibido su uso con fines de lucro.  Prohibido copiar o trasladar a otro espacio web o físico. Próxima: “Leyenda de los conventos en Guadalajara”.

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