¿POR QUÉ EXISTE UNA RED DE TÚNELES EN GUADALAJARA?
Литэратура # 16 -Parte 2 de 2-
Por: Carlos Martínez Valadez
“Estamos debajo del cementerio de Sta. Paula (hoy panteón de belén) porque ese dibujo lo vi en una lápida de ese camposanto“… al otro lado del rosetón se escucha un lamento y el miedo empezó a invadirlos… ¡de pronto! dos de las seis antorchas que traían se apagaron… era el momento de regresar… con espanto reanudaron torpemente su camino en sentido contrario y al cabo de avanzados unos cincuenta metros vieron en la lejana oscuridad medio iluminada por las antorchas una extraña figura irregular que de manera espaciada se desplazaba hacia ellos… Ramón Lara Vizcaíno “se acordó” de sus oraciones y cayeron de hinojos al tiempo que horrorizados… les empezó a caer tierra de la bóveda; el túnel se estaba desmoronando en esa sección, se dio una estridencia infernal de gritos “de los valientes hombres” desesperados por no ser aplastados… enterrados vivos, corrieron y en la prisa tiraron y apagaron tres antorchas más… solo un iluminaba su circunstancia y se detuvieron en una crucería, agazapados; el ruido propio del derrumbe se desvaneció y empolvados, asustados en silencio se quedaron. Apenas se veían las caras con la tenue luz de la antorcha y durante prolongados momentos no supieron que hacer. Ramón Lara Vizcaíno, líder y «guía” del grupo recuperando el aliento les dice: “Yo no voy a morir aquí… vámonos pegados al muro en esa dirección, sigan la luz y saldremos de este hoyo” ¿y el tesoro? pregunto uno de ellos… ¡Volveremos! contestó Vizcaíno.
Tenían que recorrer aún 900 metros de túnel, pero faltaba encontrarse cara a cara con la muerte… “lo anterior fue solo un susto” Mientras avanzaban con lentitud su mano izquierda iba tocando, reconociendo los añejos muros de ese lado… caminaron dócilmente un aproximado de 300 metros, y súbitamente la mano izquierda de Ramón, quien traía la antorcha, sumió parte de los húmedos bloques de adobe por la que se abrió un hueco… sorprendidos ampliaron el mismo y quedó al descubierto una gran cantidad de huesos humanos, al parecer era el fondo de una fosa común… a 30 codos bajo tierra (10 metros) estos huesos ¿serian parte de un cementerio, o fue una matadero de gente clandestino?
Arrepentidos y asustados, aceleraron sofocados el paso por miedo a otro derrumbe… siguieron caminando y ante la falta de oxígeno y lo mojado de la antorcha esta, se apagó. En la total oscuridad se quedaron suspirando frustrados… abrazados por la bruma y la sofocante humedad… Sin estímulos visuales el cerebro empieza a perder la cordura, el equilibrio y la orientación… después de mucho deambular en la negrura total, con una realidad sensorial alterada las alucinaciones compensan la falta de luz y la imperativa necesidad de mantenerse en calma se fractura… dos de aquellos avezados hombres empezaron a correr chocando con las paredes contagiando a los otros con su locura. Ramón Lara fue el único que permaneció quieto acuclillado pegado al muro; decidido comenzó a seguir el mismo rumbo dejando a sus compañeros atrás hasta que encontró la débil luz de un respiradero. Aún era de día, imposible gritar… si anochecía era la muerte.
Solo, respiro profundo y siguió su camino adentrándose en la boca de lobo… un accidentado avance prolongado hasta que logro llegar al punto donde ascendería 4 metros; la atmósfera fue menos pesada, la oscuridad era menor gracias a los respiraderos poco profundos hasta que llegó aliviado al punto de partida pero extrañado no lograba reconocer el lugar… de pronto vio una falsa entrada iluminada detrás de las escaleras y escuchó voces… provenían del otro lado de la puerta… momentos después salieron por la rejilla falsa tres monjes que no conocía. Escondido en la penumbra espero… decidido, cansado, sediento pero decidido entró: Oro, relíquias, libros, figuras, candelabros, cirios, cadenas, plata, costales con monedas, zafiros, títulos, broches, pergaminos, vasijas, piedras brillantes, cofres, figuras cubiertas de oro… en una amplia sala justo debajo de las catacumbas de la Catedral; se habían aventurado lejos por los peligrosos túneles sin saber que el tesoro estuvo siempre bajo sus pies.