NO ME DEJAN VER A MIS NIETOS ¿A QUIÉN RECURRO?
Es maravilloso que los abuelos y las abuelas provean a nietas y nietos de compañía, juegos, historias, valores, tradiciones, atención y escucha.
En México, es muy común que los nietos y las nietas convivan con los abuelos o abuelas.
La gran cantidad de familias extendidas –se llaman así a los demás parientes que no son directamente padres o hermanos, pero que habitan en el mismo espacio y con quien se convive a diario– y la cercanía que esto implica, se presta para que abuelos y abuelas cuiden y vean muy seguido a sus nietos.
Sin embargo, cuando hay alguna ruptura relacional entre progenitores o incluso entre los propios hijos o hijas y sus padres, puede haber una suerte de “castigo”, de tal forma que no les sea permitido verlos más.
En el caso de que hubiera algún problema para ver a los nietos y se pueda argumentar una “causa justa”, es importante saber que sí existe la posibilidad jurídica de proceder para volver a ver y pasar tiempo con las nietas y los nietos
La causa justa significa “toda aquella que perjudique al desarrollo y la salud mental y física de los menores, quienes deben de ser considerados el interés más digno de protección”.
Es importante que las familias no se rompan por el abuso de aquellos que en un acto egoísta sólo piensan en sí mismos y no en el interés del menor.
Hoy más que nunca debemos reflexionar que la venganza, el castigo, la imposición de la voluntad injusta y cruel de aquellos que niegan la plenitud de la familia, es sólo manifestación que no están viendo más allá de sus narices y no son formas de amor católico ni cristiano, hacia aquello que se pretende ocultar y validar con la relación consanguínea.
El obligar a un menor a separarse de sus abuelos, solo por obstinación, solo por necedad, solo por venganza personal, solo demuestra la falta de amor auténtico a un hijo.
En México los abuelos tienen derechos legales. Los padres deben de saberlo.
Un abuelo que ama verdaderamente sabrá esperar, pero también la demostración de amor más grande será el luchar por ejercer sus derechos en el interés superior del infante.
Las reflexiones aquí son claras:
No podemos negarles la validación de una familia, ni la relación humana entre abuelos ni la relación fraterna, filial y emocional.
El amor más grande consiste en el perdón de aquel que queremos castigar.
Pero al hacerlo se castiga más al infante, pues lo hace carecer de la identidad de su clan familiar, de sus raíces y eso es lo peor que un padre hace a un hijo.
Una vez más hacemos el llamado:
La base de la vida es el amor, no hay amor más grande, ni ejemplo más cristiano que aquel que se basa en sus raíces y en una familia unida.
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