A TODAS PARTES VAS, PARA NO VOLVER NUNCA
“El que no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en una muchedumbre atareada”
Hace tiempo que estoy viendo a muchos cargar a cuestas algo.
Llevaba cada cual, a la espalda, una mochila enorme, tan pesada como la mochila de un soldado de infantería.
Interrogué a uno de aquellos hombres preguntándole por dónde iban de aquella manera extraña.
Me contestó que ni él ni ninguno lo sabían; pero que, sin duda, iban a algún lado, ya que les impulsaba una necesidad invencible de andar.
Tantos rostros fatigados y serios, ninguna desesperación mostraban; solos, hundidos los pies en el polvo de un suelo tan controversial como el cielo mismo, haciéndose a sí mismos la vida miserable, iban y venían.
El cortejo pasó junto a mí, y se hundió en el horizonte, y se fueron por el lugar donde la superficie redonda del planeta se esquiva a la curiosidad del mirar humano.
El éxtasis universal de las cosas no se expresa por ruido ninguno; las mismas aguas están como dormidas y quietas.
Y esos locos misteriosos, van de aquí y allá, sin lugar fijo hacia ninguna parte.
Hay naturalezas humanas puramente contemplativas, impropias totalmente para la acción, que, sin embargo, merced a un impulso misterioso y desconocido, actúan en ocasiones con más rapidez de que se hubieran ellos mismos creído incapaces.
Ellos, fijos las miradas a los celulares, esclavos y ajenos de su realidad, van idiotas a donde la red social de moda les diga.
Más de una vez he sido yo víctima de ataques e impulsos semejantes, que nos autorizan a creer que unos espíritus maliciosos e idiotisantes del internet, se nos meten dentro y nos mandan hacer, (sin que nos demos cuenta), sus más absurdas voluntades.
Es una especie de energía que mana del aburrimiento y de la divagación; y aquellos en quien tan francamente se manifiesta suelen ser, como dije, las criaturas más indolentes.
Pero usted reaccione y ya no vague más.
Si usted por un segundo, aunque sea un instante, acaba hoy de entender que de qué le estoy hablando, siéntase satisfecho y sea libre.
Deje de correr a la caja idiota que antes estaba en su sala y ahora la tiene en sus manos.
Lea libros, estudie un nuevo idioma, salga a la calle sin la red que lo atrapa y sea libre, viaje y tenga una vida más allá de la irrealidad absurda, (por cierto tiene una sola vida usted, no hay más vidas).
Tales chanzas nerviosas no dejan de tener peligro y suelen pagarse caras. Pero ¡qué le importa la salvación eterna a quien halló en un segundo lo infinito del goce!
Bueno es decir alguna vez a los venturosos de este mundo, aunque sólo sea para humillar un instante su orgullo necio, que hay venturas superiores a la suya, más vastas y más refinadas en otro mundo posible, donde usted haya entendido lo que le dije sin necesidad de explicárselo.
Viva y sea libre. Y que la carga le sea leve, levantando la mirada al cielo, a la realidad de la vida.