El Romanticismo del siglo XIX, con su énfasis en la emoción y la individualidad, trajo una visión más subjetiva de la felicidad.
Sin embargo, también durante este tiempo comenzó a emerger una crítica social hacia la felicidad ostentosa, especialmente en el contexto de las crecientes desigualdades económicas de la Revolución Industrial.
La obra de Charles Dickens, por ejemplo, denuncia la brecha entre la riqueza y la pobreza, sugiriendo que la felicidad exhibida por las clases altas era una afrenta para las masas trabajadoras.
SIGLO XX Y XXI: FELICIDAD Y BIENESTAR SOCIAL
El siglo XX vio una creciente preocupación por el bienestar social y la salud mental, con la psicología positiva de Martin Seligman y otros destacando la importancia de factores como las relaciones positivas, el sentido de propósito y el logro personal para la felicidad.
En el siglo XXI, la búsqueda de la felicidad ha tomado nuevos giros, influenciada por la globalización, la felicidad ya no se ve solo como un objetivo individual, sino como un indicador del bienestar de sociedades enteras.
Países como Bután han introducido el concepto de «Felicidad Nacional Bruta» como una medida de desarrollo más holística que el PIB.
REPRESENTACIONES ARTÍSTICAS DE LA FELICIDAD
El arte a lo largo de los siglos ha reflejado y moldeado las percepciones de la felicidad.
Desde las serenas figuras de la Grecia clásica hasta los vibrantes retratos de la Belle Époque, pasando por las desgarradoras imágenes del sufrimiento humano en las pinturas de Goya, el arte ha capturado las múltiples facetas de la felicidad y su ausencia.
Así entonces, a lo largo de la historia, las bellas artes han sido un reflejo de las concepciones cambiantes de la felicidad.
En la antigüedad, las esculturas y pinturas griegas y romanas celebraban el ideal de la belleza y la armonía, representando a dioses y héroes en estados de dicha y plenitud.
Durante el Renacimiento, artistas como Leonardo da Vinci y Rafael exploraron la felicidad a través de la representación del humanismo, donde la belleza y el conocimiento se combinaban para expresar la excelencia del espíritu humano. La “Mona Lisa” de Da Vinci, con su enigmática sonrisa, simboliza una felicidad interior serena y profunda.
En la época del Barroco, artistas como Peter Paul Rubens mostraron escenas de abundancia y festines, capturando la exuberancia y el placer de la vida.
El Rococó, con sus escenas de fiestas y amor cortesano, destacó la ligereza y el disfrute de la vida aristocrática.
LA FELICIDAD EN EL SÉPTIMO ARTE
El cine, desde sus inicios, ha sido una poderosa herramienta para explorar y expresar la felicidad.
Las comedias de Charlie Chaplin, con su personaje icónico de “El Vagabundo”, ofrecen una visión tierna y humorística de la búsqueda de la felicidad en medio de las adversidades.
Chaplin, a través de su humor y humanidad, nos recuerda que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas y en la resiliencia del espíritu humano.
Durante la Edad de Oro de Hollywood, películas como “It’s a Wonderful Life” (1946) de Frank Capra, exploraron la felicidad y el sentido de la vida, mostrando cómo la comunidad y las relaciones personales son esenciales para una vida plena.
Películas Mexicanas sobre la Felicidad que hablan de la Felicidad en sí:
“Cosas Insignificantes” (2008) de la directora Andrea Martínez Crowther. Esta película entrelaza tres historias que exploran la vida de personas que encuentran momentos de felicidad en los detalles más pequeños y aparentemente insignificantes de sus vidas.
POESÍA Y FELICIDAD
La poesía ha sido otro medio profundo para explorar la felicidad.
Poetas como Walt Whitman, en su obra “Leaves of Grass”, celebran la vida y la naturaleza, exaltando una felicidad que surge de la conexión íntima con el mundo y con uno mismo.
Emily Dickinson, con su estilo introspectivo, encuentra en la simplicidad de la vida cotidiana y en los pequeños momentos de gozo una fuente de felicidad genuina.
En el siglo XX, poetas como Pablo Neruda, con su “Oda a la Alegría”, y Octavio Paz, en “El Laberinto de la Soledad”, exploran la felicidad desde perspectivas tanto personales como sociales, mostrando cómo la alegría y el dolor están entrelazados en la experiencia humana.
CONCLUYENDO
La historia de la felicidad es una narración compleja, entrelazada con el devenir de la filosofía, la religión, la economía e incluso la política.
Desde la búsqueda del conocimiento y la virtud en la antigüedad, hasta la integración del bienestar social y mental en la actualidad, la felicidad ha sido un objetivo constante y mutable en la experiencia humana.
Parafraseando a Víctor Hugo, «La suprema felicidad de la vida es la convicción de ser amado por uno mismo o, más exactamente, a pesar de uno mismo».
En un mundo donde la búsqueda de la felicidad puede a menudo parecer una tarea monumental, quizás la clave reside en la aceptación y el amor propio, entendiendo que la felicidad no es un destino, sino un viaje continúo, una danza con la vida misma.
Así, en el umbral del futuro, la búsqueda de la felicidad nos invita a mirar hacia adentro y hacia afuera, a cultivar la bondad y la compasión, y a encontrar en los pequeños momentos de alegría
una chispa que ilumine nuestra existencia compartida.
Tenga en cuenta pues, que la Felicidad está en el Umbral de su Futuro…si usted así lo desea.
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