OPINIÓN

NI TAN SANTOS

NI TAN SANTOSPor: Luis Rodolfo Morán Quiroz*

A pesar de la recomendación que hacen algunas iglesias en el sentido de llevar una vida santa, según los datos con los que contamos, no es ése un proyecto que muchos logren a lo largo de su vida. Entre los muy escasos santos que la iglesia católica tiene registrados, me entero de que algunos llegaron a ser incluidos en el canon por su valiente defensa de una fe, que derivó en que los convirtieran en mártires por afirmar esa lealtad a sus convicciones religiosas. Así que, si no hay evidencia de que hayan llevado una vida santa, al menos se les reconoce haber muerto por procurarla. Según parece, ni siquiera ha existido un santo por cada mil millones de habitantes ACTUALES de este planeta y “valle de lágrimas” (https://www.muyinteresante.es/historia/31643.html). Para los ocho mil millones de pobladores humanos del planeta en estos días que vivimos, sólo existen siete mil santos registrados (supuestamente “certificados”), lo que nos hace pensar que ni siquiera hay un santo registrado por cada mil millones de personas. Si consideramos la población humana que ha pasado por el planeta (https://www.investigacionyciencia.es/noticias/cuntos-seres-humanos-ha-habido-17571). La probabilidad de encontrar un santo es todavía menor, dado que el mencionado canon registra los actuales y los pasados. No hay mucha esperanza de que habrá muchos más en el futuro.
Aún suponiendo que los Diez Mandamientos y los siete pecados capitales de los que habla la tradición judeo-cristiana podrían dar cuenta de la cantidad y calidad de los pecados que podemos cometer, todo indica que los humanos contamos con muchísimas más oportunidades de ser pecadores que de ser santos. Eso de “no fornicarás” tras haber recibido la orden o sugerencia de poblar este planeta hasta suena contradictorio. Entonces, ¿es o no lo correcto? Lo mismo podemos apreciar con los demás mandamientos y con los otros execrables actos que no deberíamos cometer pero para los que la humanidad encuentra siempre pretextos para matizar. “No matarás” …a menos que sea por el honor patrio, como vemos continuamente que se ensalza en los ejércitos del mundo; “no desearás a la mujer de tu prójimo” …a menos que sea para hacerla feliz con mucho amor; “no robarás”… a menos que sea para quitar a los ricos y dar a los pobres; y así sucesivamente. Los lectores recordarán algunas justificaciones en la historia o en sus vidas para ejercer la gula, o para la holgazanería, o para envidiar a otras personas o para caer en pecados capitales y encontrar atenuantes a tan capitales faltas.
NI TAN SANTOSDe tal modo que, no siendo los humanos tan santos, no nos extraña que recientemente se hayan señalado una serie de “simpáticas” e innecesarias mentiras del político estadounidense George Santos (https://nymag.com/intelligencer/2023/01/the-everything-guide-to-george-santoss-lies.html). Su trayectoria de visa ha estado teñida de tal cantidad de falsedades, desde las escuelas a las que asistió (ya no diríamos que además estudió, que suele ser mentira descarada para muchos que se dicen estudiantes), pasando por los lugares en los que trabajó, hasta los sufrimientos por los que pasó su abuela, de la que declaró que sobrevivió al holocausto de la Segunda Guerra Mundial, aparte de señalar que tenía en sus antecedentes raíces ucranianas y judías. George Santos señaló, en cambio, que eran mentiras el que alguien lo señalara como Drag Queen durante la época en la que vivió en Brasil, en donde, afirmó (falsamente) había trabajado como periodista. Posteriormente, este diputado republicano electo a fines de 2022 para representar al estado de Nueva York, dejó de negar esa parte de su pasado y admitió haber aspirado a obtener el título de “señorita gay” de Río de Janeiro. Es sintomático que un amigo de otros tiempos señalara que este republicano (en el espectro político de derecha en Estados Unidos) hubiera apoyado al actual presidente Luis Inacio Lula Da Silva (en la izquierda política) durante su estancia en Brasil.
NI TAN SANTOSEl caso reciente, que ha sido notorio porque la serie de mentiras de Santos lo ha convertido en sospechoso de manejar ilegalmente sus finanzas de campaña, no se distingue en mucho de las promesas de campaña de otros políticos, seguidas de las declaraciones de jamás haber prometido un jardín de rosas a sus electores. Ya sean políticos de esta comarca o de otras más allá, pasados o contemporáneos, parece que ese oficio es de los más asociados con la tendencia a mentir abierta y luego contradictoriamente. Otro ejemplo en el país vecino es el caso de los disturbios asociados con las mentiras del expresidente Trump, en especial el 6 de enero de 2021 (aquí un documental: https://www.youtube.com/watch?v=D2eTiE3k7ds).
Hay quien se ha puesto a estudiar esta tendencia a mentir entre los políticos. Resulta revelador que el autor de este artículo se apellide Santos-Castro, dado el caso relatado líneas arriba, y la asociación que se ha hecho de otro Castro (Fidel, el de Cuba), con declaraciones grandilocuentes y no siempre apagadas a la verdad. En ese estudio de políticos mentirosos y tramposos: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-53232019000100017) el autor se pregunta si la mentira política se diferencia de otros tipos de mentiras y plantea que el daño causado por las mentiras en política no puede equipararse a las mentiras en otros contextos. Aunque el autor admite que no resuelve la diferencia entre las mentiras de los políticos y las mentiras en otros contextos, es de reconocer que el señalar los impactos de las mentiras en las sociedades democráticas requiere de análisis a corto, mediano y largo plazo. Incluso si los políticos que pronuncian esas mentiras creen que estén delirando la verdad.
La falsedad en las declaraciones es un elemento importante en las acusaciones a sospechosos de haber cometido otros delitos que los alejan todavía más de la santidad. Aparte de mentir, hay quienes cometen otros pecados y delitos, que agravan aun más su situación. Cometer un desaguisado y tratar de esconderlo tras mentiras hace más grave el haberlo cometido y admitirlo. No obstante, hay quien sigue mintiendo a pesar de las evidencia de que afirma algo que es falso. Así sucede con quienes se sienten “obligados” a mentir (por ejemplo: https://www.inmens.es/articulo/mentirosos-compulsivos-que-hay-tras-este-comportamiento). Tan notable es esta “compulsión”, es decir, sentirse obligados a mentir, que hay otra especie de canon de mentirosos (aquí: https://www.televisa.com/canal5/series/la-ley-y-el-orden/multimedia/860582/mentirosos-mas-famosos-historia y aquí https://www.muyinteresante.es/historia/32692.html).
NI TAN SANTOSAparte de Pinocho y del Baron de Münchausen, figuras de la literatura italiana y germana, respectivamente, vale la pena señalar que hay quien se cree las mentiras que pronuncia, como se ve en el síndrome que lleva el nombre de un personaje literario creado por Rudolph Erich Raspe (1737-1794), que a su vez se basó en el auténtico barón de Münchhausen. Las historias fueron publicadas en inglés y en 1786 Gottfried August Bürger (re)tradujo las historias de Raspe al alemán Wunderbare Reisen zu Wasser und zu Lande: Feldzüge und lustige Abenteuer des Freiherrn von Münchhausen). De este personaje, primero real y luego literario, surge el nombre del síndrome de Münchhausen, “trastorno mental caracterizado por los padecimientos a consecuencia de crear dolencias para asumir el papel de enfermo. El paciente «crea» y hasta se produce autolesiones para lograr unos síntomas físicos y/o psicológicos con consciencia de acción, pero forzado a ello por una impulsión relacionada con su necesidad de consideración por terceras personas de ser asistido”. El síndrome ha sido incluido en el manual diagnóstico de enfermedades mentales con el nombre alternativo de “trastorno facticio” y el paciente llega a admitir la existencia de cada síntoma por el que le preguntan.
Los casos anteriores nos hacen cavilar acerca de las mentiras por ignorancia al no saber interpretar la realidad, y en la comunicación con otros que raya en el auto-engaño en el que intentan hacer caer a sus seducidas y a quienes narran sus hazañas. Podemos considerar que existen algunos “expertos” en cuya autoridad creemos (basados en la falacia “ad baculum” o en la falacia “ad verecundiam”) y nos dejamos mentir por no tener nosotros la información adecuada para interpretar la realidad https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28924688/. Cabe pensar que también nuestros amigos y parientes, o profesores o compañeros de escuela quizá nos han estado mintiendo y ni cuenta nos hemos dado. Yo mentiría si te dijera que todo lo que te han dicho ellos y los políticos pretéritos, actuales y futuros es la pura verdad neta, sin añadiduras y aplicable a todo el planeta. Cierta y verdaderamente, los humanos (incluidos docentes y estudiantes) no somos ni tan santos ni tan expertos como solemos creer.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara. [email protected]

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