POR LOS AUSENTES NO PERMITIDOS
“Casi un año sin ti Ariadna, pero voy a buscarte por cielo, tierra y mar, mis letras serán la voz para encontrarte y mi corazón ha de guardar por siempre tu lugar”.
Por: Mariana Navarro Macías
No puedo ser ajena de un dolor que nos duele cada vez más como sociedad en medio de la desintegración familiar, y de los desaparecidos, del abandono y del distanciamiento que muchos padecemos , mudos por los que solemos temer al ser “castigados” por nuestros propios parientes y por los ajenos.
Pero cuando el dolor nos toca a priori, entonces los enfoques cambian. La fuerza es mucha, cuando sabemos ,que no podemos ser más cuerdos cuando nos juzgan más locos…
Nadie puede ni siquiera imaginar el susurro que se escucha en las noches cuando tienes lejos de ti un ser querido ausente, cuando tus labios murmuran una plegaria al vacío que se siente en los brazos de aquel que abrazaste alguna vez , cuando tus ojos creen ver la última imagen de ese que ahora borroso recuerdo te llena las pupilas, cuando su voz te cala hasta los huesos, desgarrándote por dentro, cuando miras su rostro en un video, cuando no tienes ni idea de cómo lucirá hoy, después de todo, los niños crecen tan rápido y los adultos se desgastan tan pronto.
¿Dónde estará, estará bien, seguirá vivo, quién le cuida, cómo lo cuidan? Las incógnitas llenan el vacío de las respuestas a las preguntas que se niegan a responder, aquellos que por causas injustamente desconocidas te los ocultan.
Que terrible dolor sufrimos aquellos que somos los parientes de las incógnitas. Esos estorbosos que marchamos por los idos. Que singular desconfianza provocamos, tenaces en la lucha de reunirnos. Que dolor enorme la ausencia de los brazos para guiarles de regreso, de los pies que no caminan hacia nosotros, de la voz que no escuchamos, de los besos que no sentimos, de aquellos que se han convertido en polvo de estrellas o que quizás, sólo quizás, sus propios anhelos se junten con los nuestros sobreviviéndonos la esperanza a un re encuentro.