OPINIÓN

UNA PIPA DE LA PAZ BIEN FUMADA

UNA PIPA DE LA PAZ BIEN FUMADARecientemente, el Obispo de Autlán, Rafael Sandoval, oriundo de Michoacán y de 75 años de edad, fue retenido, vejado y le robaron vehículo, su crucifijo y otras pertenencias. Transitaba por la carretera entre San Juan de los Lagos, Jalisco. Los autores del atraco estaban en espera para perpretar el atraco.
Entre otros atentados parecidos está el que afectó al Cardenal de Guadalajara, José Francisco Robles y antes el susto al purpurado de Zacatecas, Sigifredo Noriega. Ambos fueron retenidos en carreteras de Jalisco. Denunciados los hechos, el gobernador, molesto, arremetió, también, contra los quejosos y aseguró que en las carreteras de Jalisco, no hay o había retenes asaltantes de caminos. Podría entenderse que no hay o había atracadores con o sin uniforme? Tras las protestas y críticas sociales, Alfaro invitó al Cardenal Robles a desayunar en casa Jalisco. Fumaron la pipa de la paz y a seguir con el temor de la inseguridad y la violencia.
UNA PIPA DE LA PAZ BIEN FUMADAPor estás fechas, un detonante de hartazgo social, fue el artero asesinato de los sacerdotes Jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar en su templo asignado en la comunidad de Cerocahui en la turística sierra Tarahumara, en Chihuahua. Los masacrados encontraron su cerro del Golgota en su templo; los crucificaron con plomo por tratar de auxiliar a un reconocido guía de turistas que era perseguido. También lo acribillaron. Estos clérigos, Jesuitas, causaron gran indignación de la congregación religiosa y de gran parte de la sociedad manifestando la inoperancia en seguridad pública del gobierno federal así como la demencial sugerencia de López de «abrazos, no balazos».
Curiosamente, estos mismos días, circuló en redes sociales y se publicó en periódicos, un prudente y sensato mensaje en el que, una voz señala que el cartel Jalisco invita a otros grupos, a la no agresión a sacerdotes, médicos, enfermeros, y otros profesionistas. Esto es una esperanza para que la sociedad, al menos en Jalisco, disminuyan la balaceras y los ríos de de sangre pero, los otros grupos aceptarán la bandera blanca? Ya no morirán hermanos franciscanos cómo el sacerdote Juan Antonio Orozco, de 33 años de edad, baleado en la carretera Durango-Zacatecas. Oficiaría Misa en la comunidad Tepehuana de «Pajaritos», antes de «Canoas», Mezquital, Durango. La memoria recuerda que hace 29 años fue masacrado el entonces cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en el aeropuerto «Miguel Hidalgo». También la estadística registra el caso del Obispo de Apatzingán, Michoacán que, había enviado una misiva a la presidencia de México, en donde el mensaje entró por una oreja y salió por otra.
Cabe resaltar el acucioso trabajo estadístico del religioso Paulino Omar Sotelo Aguilar, director del Centro Multimedial y el periódico El Laicopina que, en su edición 52 dice que de 2019 a la fecha, siete sacerdotes en Matamoros, Tamaulipas; en Celaya, Guanajuato; en el Nayar; en Cuernavaca, Morelos; en Tijuana y en Chihuahua, la Historia del Crimen registra sacerdotes ultimados.
Ojalá los cárteles apacienten sus ovejas. Y… qué pasa?

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