JALISCO EN 2022 FUE UNA HIPÉRBOLE
“La hipérbole es una figura retórica que se utiliza para exagerar un evento, una cosa o a una persona”.
Por: Carlos Prospero
Esta figura se quiere proponer emblemática entre algunos escritores enanos que intentan ser gigantes sólo porque se subieron en los hombros de uno que sí tiene estatura colosal.
Ingeniosamente, un autor anuncia en el colofón de su libro, que se presentó con bombo y platillo en el lugar más representativo de esta ciudad capital, con invitaciones especiales, aunque auspiciado por los gobiernos municipal y estatal en mancuerna con la UNESCO, que éste se encuentra en la línea del annus mirabilis de los tres innovadores de la literatura moderna: cada quien publicó su obra representativa en 1922 y él dice que está en esa línea, sólo que cien años tardío; pero no creo que su libro tenga una mínima altura en relación con los escritores a los que pretende compararse, porque,
además, su libro no es de creación: es imitación o reproducción de otro que no entra en esta clasificación de las maravillas.
La exageración siempre es un engaño; por esa razón, los publicistas, a lo largo de los años, por lo menos desde el auge de las ventas por catálogo en EU, y los ideólogos que difundieron las ventajas del imperio capitalista, han utilizado esta figura para convencer a todo comprador posible de las bondades de los productos que ofrecen.
Los literatos, cuya bancarrota editorial los arrastró con ella y aún no se repara, así como los filósofos, se internaron primero en el orbe de la moral y luego en el de la política para, desde las relaciones con la clase de los políticos activos, obtener los beneficios económicos necesarios para tener casa, carro e hijos en las escuelas de paga.
De seguro pensaron que venderle su alma al diablo era un acto literario; hasta que les llegaron las facturas de las deudas económicas primero, y luego las facturas morales.
Parte de la mentalidad pequeñoburguesa ingenua se reconoce en la visión lineal, literal, de los contratos.
El Príncipe es ambicioso y sagaz y el literato, dicho con el debido respeto, pendejo. Y por eso el Príncipe siempre gana, pues, además, no hay literato que con la soga al cuello le dé una patada a la silla y acabar con todo (sus creencias religiosas se lo impiden). Así que tienen que hacer ocurrencias para cumplir con sus encomiendas que, dicho sea de paso, creen que son propias.
El año 2022 en Jalisco fue un año nefasto porque la justicia brilló por su ausencia: todos los delitos se incrementaron al grado que a la Fiscalía la estafeta se le fue de las manos y las investigaciones de los delitos se congelaron. A los jueces y magistrados, por su parte, el año se les fue como el dinero a las amas de casa en los supermercados y las ventas nocturnas.
Es cierto (acepto correcciones) que en el 2022 el campeón del torneo de futbol fue el Atlas, y si aplicamos la figura retórica de la hipérbole podríamos analogar ese triunfo al de la armada inglesa sobre la holandesa en 1666 (año en el que Dryden escribió el poema que dio nombre a este tipo de eventos) y entonces, en el puro mundo de la imaginación y también en el de la burla y la befa aceptaría el colofón de ese libro subido a los hombros de un gigante apellidado Alighieri.
