OPINIÓN

SOBREVIVIR A LA JUVENTUD

Por: Darío Fritz

Hubo un tiempo en que el amanecer de la juventud se labraba a tropezones y saltos al vacío, aunque desde la seguridad imberbe de creer a la fuerza en sí mismo. Que no era poca cosa, aunque insuficiente. Los padres arrojaban a sus hijos a hallar un lugar en el mundo a los doce años, pasado los primerizos descubrimientos de la niñez en la primaria.

La segunda etapa escolar se anclaba entre el posible bullying si eras la oveja desconocida en una manada de fieras y la rigidez de los maestros que blandían una pared de por medio llamándote por el apellido y castigando con números bajos aquello que no supieron explicar.miel

Se trataba de una inmersión en la sobrevivencia sin derecho a respirar. Podría despejarse con el inmediato sometimiento a las reglas ajenas o un tortuoso paso que nadie intentaría aleccionar más allá de obligarte a aceptarlo.

Pero no había más opciones. El ingreso al mundo laboral a tales edades ni siquiera daba tiempo a sobrevivir. Así fuera cargar contra el sol inmisericorde en el campo, haciendo de mandadero en un comercio o preparando cemento en una obra en construcción.

El derecho de piso de entrar en la vida, por provenir de una casa de recursos escuetos, se pagaba de esa manera. Para esos padres su experiencia aún pudo ser peor. Así que se corría con suerte. Las cosas algo han mejorado. Mejoró la calidad de vida. Mejoró el acceso a educación. Estamos más informados.