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LA VIDA ESCOLAR NORMALIZADA

Por: Jaime Navarro Saras*

LA VIDA ESCOLAR NORMALIZADAPasó como un suspiro, la escuela se volvió a llenar de estudiantes y docentes, los patios y salones se ven pletóricos, reciben risas, juegos y dinámicas diversas como nunca, aparentemente la escuela ha vuelto a ser la misma de lo que fue antes de marzo de 2020, y no es que la pandemia haya terminado, sino que el mensaje de las autoridades es más claro: tenemos que aprender a vivir y convivir con el virus del Covid-19, todas sus variantes y lo que pueda suceder en el futuro inmediato.
Ante este retorno definitivo, la escuela deberá entra en un proceso de revisión para su mejorara y, así poder adaptarla a las nuevas circunstancias, sobre todo para quitarle la tentación a las autoridades de que como ya regresamos a la presencialidad no hay mucho por hacer, sino que solo queda continuar con lo que quedó pendiente en marzo de 2020.
Pero no es así, es claro que las condiciones educativas cambiaron, ya que estudiantes y docentes no son los mismos, aprendieron nuevas cosas y arraigaron algunas prácticas diferentes a lo que hacían antes de la pandemia, en tanto, la escuela requiere modificaciones y actualizaciones profundas, principalmente lo relacionado con la digitalización, esto, como sabemos, llegó para quedarse, a menos que las autoridades se quieran desentender de ello y en sus planes pretendan continuar con la escuela de gis y pizarrón.
LA VIDA ESCOLAR NORMALIZADALa pandemia enseñó la cara de la educación que tenemos, evidenció los recursos de que carece, visibilizó las prácticas que no llevan a nada y le pegó a los que menos tienen; la realidad escolar de esos 18 meses a distancia expulsó muchas esperanzas, para una mayoría era comer o estudiar y optaron por lo primero, quienes se fueron son estudiantes que ya no recuperará el sistema educativo porque ya están y no le pertenecen a la escuela, casi todos están insertados en las dinámicas económicas y/o atendiendo actividades ajenas a lo escolar.
La escuela que regresó a la presencialidad tiene varias rutas posibles, una de ellas estará centrada en las políticas públicas y ésa no irá a ninguna parte porque la escuela de las autoridades no tiene ni pies ni cabeza, ya que ni es nueva y mucho menos está en construcción, la escuela que deberá prevalecer será una que le dé respuestas a niños, niñas y jóvenes, que valore el aprendizaje por encima de cualquier eslogan político, que no expulse, que estimule y que aliente al crecimiento educativo y cultural.
Lo que no se puede negar es que nuestros niños, niñas y adolescentes están felices al asistir día a día a la escuela, la parte de la interacción humana es vital y eso los hace ser otros, pero tampoco se puede negar que es temporal mientras se adaptan a la nueva realidad y, si eso lo pegan con una idea educativa de largo alcance, que mejor.

*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]

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