OPINIÓN

LA ANARQUÍA INSTITUCIONAL.

Por: Dr. Luis Octavio Cotero Bernal.

Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Publica de la División de Estudios Jurídicos de la UdeG.

Quienes tuvimos la suerte de nacer en los cincuentas y antes, era una regla de oro el respeto, el honor, la dignidad y la palabra, lo que nos permitía vivir en absoluta tranquilidad y armonía, tanto familiar como socialmente, donde los valores cívicos y morales era el común denominador entre vecinos, compañeros de escuela o de trabajo, con una disciplina un tanto rígida desde la familia, en la escuela y en el trabajo; el político eran hombres honorables, respetables, cultos y preparados en su mayoría, que los que no fueron universitarios, la escuela de la vida les enseñaba a respetar y ser respetados, por su calidad moral y cívica, en grado tal, que hasta para acceder a las instituciones públicas, el que tenía el habito de usar el sombrero, cuando ingresaba a estas, se descubría la cabeza, cedían la acera a las damas, el asiento en el trasporte o en el lugar en que se encontrara y esto era una forma de vida general, la gran mayoría de hombres y mujeres fuimos dirigidos, muchas de las veces, solamente con la mirada y cuando se desatendía esto, existía el cinturón y la chancla, que fueron unos de los grandes forjadores y psicólogos que formaron a generaciones ambiciosas positivamente, respetuosas y respetables, que desafortunadamente, al paso de los años, pareciera que se olvidaron de todas esas reglas, que nos hicieron hombres y mujeres de bien, que en la medida de nuestras capacidades y nuestros propósitos, se logró un espacio ganado con el esfuerzo, la perseverancia y la honestidad en el medio que nos desempeñamos.

​Aunque muchos de esas generaciones ya se nos adelantaron en el camino, los que aun sobrevivimos, es nuestro deber reconstruir este ambiente social y desde luego, vecinal tan perdido, que no tan solo no conocemos a los de la cuadra, ni siquiera al de enfrente o a los de los lados, somos extraños todos. Equivocado es nuestro proceder, muy común ahora, en ese error tan estúpido en que incurrimos la gran mayoría, de cubrir a los hijos lo que a nosotros nos faltó, -lo cual no fue cierto, ya que todo ello nos forjo el carácter y el deseo de superación de tener y hacer honesta y decorosamente-, negándoles así la posibilidad de formarse un carácter que les permitiera la seguridad, la ambición de tener y ser mejores hijos, mejores hermanos, mejores padres, mejores mexicanos, induciéndoles solamente un carácter vanidoso, superfluo, irrespetuoso, soberbio, irresponsable, incongruente y muy poco digno y lo más lamentable, les estamos dejando una anarquía absoluta ya que ni las autoridades respetan la ley y los criminales conocen la desmedida corrupción en todos los ámbitos de la vida, por hacer y no hacer, sin ninguna consecuencia en sus bienes, en su libertad, confiados en la total y absoluta impunidad en todos los órdenes ya que hasta la sociedad profesional y no, ha consentido la prepotencia y la corrupción desbordada, como lo hacen los Diputados, los Gobernadores, los Jueces, Magistrados, hasta Ministros dela Corte, que anteponen su interés político, marginando el interés del pueblo al que están obligados a servir con toda honestidad, sabiduría y valor civil distante del poder político, como ahora desafortunadamente los Ejecutivos, tanto Federal como Estatal, manipulan caprichosamente, desbordándose el libertinaje y la anarquía en los poderes Ejecutivos, atropellando sin ningún recato, el marco legal, con la debida complacencia de otras costosas e inútiles instituciones, como son el Congreso de la Unión y muy en lo particular el del Estado, donde ilícitamente se designan funcionarios que no reúnen los requisitos de la ley y estos a sabiendas, aceptan tales cargos y “en un hecho histórico”, como dijera el Gobernador del Estado, la semana pasada, se cambió de domicilio la corrupción judicial, con el propósito, dizque de combatirla, que además del perjuicio dilatorio que se ocasiona, es más histórico porque se hizo al margen de la ley, para las readscripciones y adscripciones de los jueces, procesada y elaborada dicha readscripción en el marco criminal que constituye el estarse llevando a cabo por personajes que a sabiendas de que no reúnen los requisitos de ley, están desempeñando un cargo de Consejeros, indebidamente; tristemente consentidos, esos actos, tanto por el foro de abogados, como por los cobardes jueces que no defienden, si es que así lo fueran, su dignidad, su derecho, su eficiencia y honestidad en su desempeño.

​Y tal vez lo consienten, tanto el foro como los propios jueces por haber accedido a las corruptelas y haber aceptado los cargos por dedazo y no por capacidad en todos su órdenes.

DOCTOR LUIS OCTAVIO COTERO BERNAL.
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